Antonio Roldán

Obra inédita

Cantares y coplas

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Ya se van los gañanes,
ya van andando,
cascabeles y risas
vienen sonando,
y entre olivares
van rodando los ecos
de sus cantares.

En el monte y entre jaras,
mientras mi caballo come
te estoy mirando a la cara.

Campesina que cantas
bajo el olivo,
si me dices que vaya,
me voy contigo.

Las coplas en la besana
son pajarillos que vuelan
saltando de rama en rama

Cuando vayas a la era
no te debes olvidar
de llevar el agua fresca
para que beba el zagal.

Me gusta ver el campo
cuando amanece,
porque la alondra canta
y el trigo crece.

Un collar de campanillas
lleva mi yunta en el campo.
Ellas van con su sonido,
acompañando mi canto.

El carretero camina
tras los bueyes paso a paso.
¿Qué pensará el carretero
en un camino tan largo?

No corras mucho, arriero,
que lleva una carga grande
el burrillo delantero.

Un pozo lleno de estrellas
quiso beberse la mula,
pero a pesar de haber tantas
no pudo beber ninguna.

¡Qué larga la carretera
pasito a paso, pasito,
sabiendo que ella me espera!

La mirada de mi perro
es igual que la de un niño,
como no conoce el odio,
mira siempre con cariño.

En medio del olivar
cantaba una voz lejana:
Niña, si vas a venir,
búscame por la besana.

La niña del capataz
viene por los romerales,
quien lo sabe son las cabras
que se quedan sin zagales.

 ¡Qué alegre está la mañana
cuando los gañanes cantan
trajinando en la besana!

Cruzo por los olivares
en las horas calurosas.
El sol me va dando luz,
el olivo me da sombra.

Mulero que vas labrando
la besana con las yuntas:
cuando sientas la campana
será la media mañana.
¡Dale descanso a las mulas!

Si la mula no anda
no la castigues,
que descanse un buen rato
y luego sigues.

Cuando vayas al campo
me traes romero,
que de todas las plantas
esa prefiero.


A los olivares voy,
de los olivares vengo,
para ver las aceitunas
si las tengo o no las tengo.

Aceitunitas gordales.
Si quieres verlas, un día,
vente por mis olivares.

Mira cuanta aceituna
tiene el olivo.
La aceituna y tus manos
yo las bendigo.

Tengo una casita blanca
en medio del olivar,
la que se case conmigo
aceitunitas tendrá.

¡Qué bonita la era
trillando el trillo,
mientras ruedan los sones
de un fandanguillo!

A mí me gusta pasar
por los caminos estrechos,
donde me besan los trigos,
donde los trigos yo beso.

Corre, corderillo, corre,
que está la oveja balando,
porque tiene mucha leche
y se le va derramando.

Cuando vayas de aceituna,
por la noche al olivar,
no vayas, no habiendo luna
 

 

Anda y vente al cobertizo,
que vienen las nubes negras
reventando de granizo.

La luz del alba ya vino.
Para ganarse su pan,
los aceituneros van
cantando por el camino.

Compañera del alma
vente al cortijo,
y que el pan que tú amases
comas conmigo.

Llevé mi trigo al molino
y mis uvas al lagar.
Del lagar traje mi vino
y del molino mi pan.

Cuando vuelven del destajo
cantan las aceituneras,
y se alegran con sus cantos
los caminos y las sendas.

Con la mano en la mancera
el gañán canta en el alba,
si tiene dolor, lo sufre,
si tiene penas, las calla.

El borrico que llevas
va cojeando.
Bájate que descanse
y siga andando.

Carretero que llevas
horas andando:
Da descanso a los bueyes
que van sudando.

Cascabeles de plata
lleva mi mula.
Aparejo de seda
lleva la tuya.

No abuses, aperaor,
y manda echar un cigarro,
que se cansan los gañanes
y van los mulos sudando.

Un collar de campanillas
lleva mi yunta labrando.
Son las que alegran mis horas
en el silencio del campo.

Cantando va temporeras
el gañán por la besana
y desde el monte cercano
le contesta su serrana.

¡Qué bien suena en la mañana
cuando el gañán con su yunta
va cantando en la besana!